Kazajistán tras el levantamiento

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Testimonios oculares de Almaty y análisis de anarquistas rusxs

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Como continuación a nuestra cobertura del levantamiento en Kazajistán de la semana pasada, hemos traducido un número de perspectivas de la situación de varias fuentes anarquistas rusas, y entrevistamos a dos anarquistas de Almaty, la ciudad más grande de Kazajistán y el lugar donde el combate se tornó más intenso.

El texto también incluye imágenes inéditas tomadas por nuestros contactos en Almaty.

6 de enero de 2022: una vista de Almaty. Lx fotógrafx: “Una ominosa niebla pende sobre los fuegos; ahora todo se ve como un invierno nuclear”.

Las siguientes fuentes deberían bastar para desmentir cualquier tergiversación simplista del levantamiento por parte de las autoridades kazajas, rusas o estadounidenses… o sus equivocadxs partidarixs.

A quienes difunden teorías conspirativas sobre los Estados Unidos tratando de gestionar una “revolución de color1, debemos señalarles que las protestas comenzaron como respuesta al gobierno eliminando el subsidio al combustible, que en Kazajistán es extraído y procesado bajo un más que rentable monopolio estatal. Quienes defienden a los gobiernos de Kazajistán y Rusia, defienden fuerzas represivas que imponen medidas de austeridad neoliberales a lxs trabajadores explotadxs en una economía basada en el extractivismo. El único lugar digno para cualquiera que realmente se oponga al capitalismo es con lxs trabajadorxs y demás rebeldes que se alzan contra la clase dominante, y no apoyando a los gobiernos que dicen representarlxs mientras lxs masacran a balazos y encierran en prisión.

Esto no significa que los conflictos en Kazajistán representen una sola lucha anticapitalista unida, o incluso un movimiento de corte sindical. Los testimonios más creíbles (en inglés) de la composición de las protestas reconocen que ha habido una amplia gama de participantes empleando diversas tácticas para cumplir objetivos diferentes. Por supuesto, si nos solidarizamos con lxs trabajadorxs que protestan contra el aumento en el costo de vida, también entendemos por qué lxs desempleadxs y marginalizadxs participarían de saqueos.

Una crisis como el levantamiento en Kazajistán abre todas las líneas de falla latentes en una sociedad. Cada conflicto preexistente es empujado al límite: tensiones étnicas y religiosas, rivalidades entre grupos de la élite, enfrentamientos geopolíticos por influencia y poder. Vimos algo similiar, aunque en menor grado, en Francia (durante el movimiento de los chalecos amarillos) y en los Estados Unidos (con la rebelión George Floyd y sus secuelas), aunque esas crisis no se desarrollaron al grado que la kazaja lo hizo, donde, debido a la fuertemente arraigada estructura de poder autoritaria, cualquier conflicto deviene inmediatamente en un todo o nada.

Si es cierto que (como hemos sostenido) lxs manifestantes en Kazajistán se enfrentaban a las mismas fuerzas que el resto de nosotrxs enfrentamos alrededor del mundo, entonces la supresión violenta de esas protestas por los soldados de seis ejércitos nacionales nos presenta cuestiones que debemos encarar. Parecería que este tipo de momentos de ‘sinceramiento’ se están tornando prácticamente inevitables mientras las catástrofes económicas, políticas y ecológicas nos golpean, una tras otra, alrededor del mundo. ¿Cómo prepararnos de antemano, de forma de maximizar la posibilidad de que estos quiebres tengan desenlaces favorables aunque todos los poderes estén en nuestra contra? En tales momentos de potencial revolucionario, ¿cómo podemos presentar propuestas transformativas al resto de quienes conforman esta sociedad con nosotrxs, enfocándonos en las líneas de conflicto según los ejes más fecundos y liberadores, incluso mientras competimos con una sarta de facciones variadas con miras a centralizar en torno a sus propias ideologías e intereses? ¿Cómo evitamos las teorías conspirativas y la manipulación, el derrotismo y la propia derrota?

En el siguiente panorama, compuesto en colaboración con anarquistas rusxs, presentamos un análisis del levantamiento en Kazajistán salido del propio espacio post-soviético, y seguidamente compartimos una entrevista que gestionamos con anarquistas en Almaty tan pronto como el acceso a internet se restableció tras la represión.

El 5 de enero de 2022 en Almaty; fotografía tomada por Zhanabergen Talgat.

La prisión de las naciones

A partir del 1 de enero, lo que comenzó como una simple protesta contra el alza en el costo de vida escaló hasta convertirse en un levantamiento masivo de calibre nacional, que por ahora ha sido brutalmente suprimido por una combinación de fuerzas militares domésticas y extranjeras.

Al principio, lxs manifestantes buscaron la renuncia del gobierno, una reducción en el precio del combustible, y que el expresidente Nursultan Nazarbayev, el “Cardenal Gris” de Kazajistán, abandonara la dirección del Consejo de Seguridad Nacional. El eslogan de todo el país por esos días fue “Shal ket!”: ¡Fuera, Abuelo! A medida que las protestas fueron ganando impulso, la gente rápidamente llegó al punto de no querer aceptar nada menos que un cambio total de gobierno, incluyendo la salida del actual presidente Kasim-Yomart Tokáev.

El régimen trató de reprimir las protestas. Pero manifestantes lograron tomar armas de la policía y responder, saqueando tiendas y quemando u ocupando edificios municipales. El presidente Tokáev declaró el estado de emergencia y envió a las fuerzas armadas contra lxs manifestantes con órdenes de abrir fuego contra cualquiera que osara resistirse. Al mismo tiempo, Tokáev pidió oficialmente a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, o CSTO por sus siglas en inglés, compuesta por Rusia y otros países de la región) apoyo para recuperar el control del país.

De acuerdo al Ministro del Interior kazajo, casi 8000 personas fueron arrestadas durante las manifestaciones, y al menos 164 fueron asesindas; desde entonces, cifras mucho más altas han estado circulando. Algunxs bloggers y líderes sindicales están reportadxs como desaparecidxs. El internet estuvo caído por días. Francotiradores y otros soldados disparaban a la gente en las plazas y en la calle.

La supresión militar del levantamiento, incluyendo la intervención de la OTSC, jugó un papel clave en el resultado. A la fecha del 10 de enero, los medios y testimonios de gente en Kazajistán muestran que los combates en Almaty se han detenido y las concentraciones masivas cesaron en otras ciudades.

Este es el análisis de Anarchist Fighter, una plataforma anarquistas mirando desde Rusia- publicado en su canal de Telegram:

1) Intervención de la OTSC. Todas las fuentes más o menos razonables entre lxs kazajxs perciben esto como una intervención y un atentado del “Gran Hermano” contra su soberanía. Cada hora que estas fuerzas permanecen en el país multiplican la aversión y el enojo;

2) El autoritarismo no ha desaparecido. El presidente Tokáev ha concentrado aún más poder en sus manos, invitado a militares extranjeros, ordenado a sus tropas a “disparar sin aviso”… Pero lxs kazajistaníes no están acostumbradxs a la brutalidad del gobierno. Esta no lxs detiene, y la insatisfacción con el gobierno no irá a ninguna parte.

3) La crisis económica no cesará sin reformas fundamentales que persigan la justicia social. La violencia es, esencialmente, la postergación de aumentos de precio. Ninguna medida que combata la pobreza y reduzca la desigualdad en la sociedad es propuesta por las autoridades. En consecuencia, el descontento que han creado tampoco amainará.

En el siglo 21, el orden social vigente solo es mantenido por una escalada en el ejercicio de la fuerza bruta.


“Wahabíes, terroristas, manifestantes” - Desinformación sobre el alzamiento

De acuerdo al podcast avtonom.org, en “Tendencias de orden y caos”:

“Las autoridades kazajas están haciendo un gran esfuerzo para cuidar las apariencias y construir su versión de la realidad. La operación punitiva ha sido llamada “antiterrorista”, como si “terrorista” fuera cualquiera que se opusiera a las autoridades con medios violentos. Personas en rebeldía son, respectivamente “extremistas armados y bandidos, deben ser asesinados”, y la razón para el levantamiento es supuestamente “la prensa libre y figuras extranjeras”, que es literalmente lo que dijo Tokáev. Estamos siendo testigos del desarrollo de propaganda extremista virtualmente en vivo, al aire. La mentira de que el negro es blanco y la guerra es la paz no al extremo del sentimentalismo, y quien no lo crea: al paredón. Después de todo, nadie se va a sentir mal por “terroristas” abatidxs; este es un mantra que los dictadores post-soviéticos han aprendido bien.”

Desde el comienzo del conflicto, los medios -tanto kazajos como extranjeros- han hecho afirmaciones sobre la identidad de lxs manifestantes. Las definiciones van de “manifestantes”, “juventud violenta” y “merodeadorxs”, a “escuadras nacionalistas”, “20.000 bandidos atacando Almaty” y “terroristas islámicos”. Es cierto que grupos y facciones variadas participaron del levantamiento. Pero eso, en sí mismo, no es un problema: una sociedad entera estuvo representada en el levantamiento, con todas sus diferencias y contradicciones. Es seguro asumir que personas diferentes participaron de acciones diversas contra el régimen, incluyendo pelear y saquear.

De Anarchist Fighter:

El periodista Maksim Kurnikov ha dicho cosas muy interesantes en el programa matutino de Эхо Москвы [El Eco de Moscú] . Señaló que “tomar armas de tiendas y luego atacar a las fuerzas de seguridad” no es algo nuevo en Kazajistán.

Exactamente esto ocurrió en la ciudad de Aktobe en junio de 2016: varias decenas de muchachos, divididos en grupos, tomó armas de dos tiendas, robó vehículos y atacó a parte de la Guardia Nacional, que los abatió. Las autoridades de Kazajistán han sido muy opacas en relación al caso: aún no queda claro cual es la base de sus denuncias de un “nexo islamista”.

Kurnikov también ha hablado de guardias paramilitares en refinerías ilegales en el oeste del país, compuestas de aldeanxs locales, llamados despectivamente “Mambets (granjeros colectivos)2 por lxs kazajistaníes citadinxs. Estos grupos también han ocasionalmente entablado conflictos armados con la policía.

¿Qué nos dice todo esto? Por supuesto, las palabras del presidente Tokáev sobre “grupos terroristas cuidadosamente entrenados en el extranjero” son propaganda pura y muy probablemente una burda mentira. Que células armadas capaces de tomar instituciones de seguridad y sus arsenales tampoco suena demasiado creíble. Aun así, no tenemos ninguna evidencia de involucramiento islamista o nacionalista en los sucesos de Almaty. Sin embargo, como podemos ver, grupos organizados capaces de la resistencia armada activa existen en la sociedad kazajistaní en principio. Es posible que aquellas personas que entablaron confrontaciones directas con las fuerzas de seguridad fueran en parte representantes de tales grupos y en parte manifestantes espontánexs autoorganizadxs. Hay analogías con Euromaidán 2014 -es decir, las protestas en Kiev, Ucrania, donde la defensa estuvo organizada tanto por las masas como por grupos organizados radicales que se unieron a esta.”

Las acusaciones de fundamentalistas islámicos participando en los sucesos bien pueden ser verdad hasta cierto punto. Pero también es cierto que las autoridades harán uso de cualquier información que tengan para desacreditar a todos los demás grupos, identidades y participantes involucradxs en el levantamiento. La desesperación económica y la persecución social y política a menudo empujan a la gente al fundamentalismo como a otras formas de radicalismo.

Según Anarchist Fighter:

“La cuestión del equilibrio real de fuerzas entre actores no estatales en los sucesos continúa siendo urgente:

El periodista opositor Lukpan Ajmedyarov, en la estación Эхо Москвы, expresó confiado que el ataque armado contra las autoridades en Almaty era el trabajo de la gente de Nazarbayev. Los fundamentos de esta confianza no quedan claros.

Cabe señalar que Akhmedyarov notó en su nativo Oral, junto a lxs manifestantes, un grupo organizado de varias decenas de personas llamando a asaltar el Akimat [palacio municipal]. Un pequeño grupo de “instigadorxs idénticamente vestidos” también fue avistado en Kostanai.

¿Qué estamos viendo? Alguna oscura fuerza rebelde organizada, grupos criminales, o en realidad provocadorxs enviados por los servicios kazajos? ¿O quizás una narrativa no violenta, buscando imponer estas etiquetas a quienes reivindican la acción directa? No hay respuestas.

Una cosa está clara: dividir a lxs manifestantes en “pacíifcxs” y “terroristas” es distorsionar la realidad. Incluso antes de los sucesos de Almaty, había videos de la propia Oral, donde lxs manifestantes valientemente liberaban de la policía a lxs detenidxs.

Permitámonos una perogrullada: sí, una protesta radical “violenta” no garantiza el éxito de ninguna forma, ni es inmune ante las provocaciones. Pero una protesta puramente “no-violenta”, en nuestra autoritaria realidad, está condenada a fracasar de antemano. “Fueron escuchadxs, nosotros lo arreglamos, y a lxs más violentxs los pondremos en la cárcel”: esa siempre ha sido la respuesta de los poderes en Rusia, Bielorrusia, Kazajistán…”

Los diversos rumores sobre conflictos internos entre los poderosos en Kazajistán y las especulaciones sobre tramas geopolíticas en juego con el levantamiento pueden todas ser ciertas. Pero para elevar estos rumores y especulaciones al centro del relato sobre lo que está sucediendo en Kazajistán es una decisión política: es la decisión de negar la agencia de las incontables personas comunes que participaron en el levantamiento por sus propias razones. Como todas las teorías conspirativas, esto asumo que la única gente con poder de decisión en cualquier situación son los siniestros peces gordos del mundo; también sirve para distraer a la gente de las cosas obvias que todo el mundo sabe que están pasando, como que la élite política de Kazajistán se está enriqueciendo a expensas de todxs lxs demás.

Los rumores y la especulación sirven para influenciar los eventos y las formas en que otrxs los entienden e interactúan con ellos. Cierto o no, cada una de estas intervenciones sirve para enfocar la atención en ciertas figuras, para esparcir un cierto conjunto de presunciones sobre como funciona el mundo. Si estas teorías conspirativas arrojan la suficiente duda sobre lxs participantes del levantamiento para distraer a la gente, o disuadirlos de apoyar a lxs manifestantes que se levantan para defenderse de la explotación económica y la dominación política, entonces lograrán su cometido: mantener a todo el mundo en todas partes, dependiente de una u otra élite política.

Un trono después del saqueo de la residencia presidencial en Almaty.


El propio Tokáev no ha dudado en promover las historias más fantásticas, alegando que estos terroristas internacionales que supuestamente encabezaron la revuelta no pueden ser identificados porque sus cuerpos han sido robados de las morgues. De acuerdo a Anarchist Fighter,

“Resulta que los terroristas no pueden ser mostrados al público, incluso estando muertos. ¡Sus camaradas en armas secuestraron a los muertos directamente de las morgues!

Y lo principal es que las autoridades kazajistaníes afirman desvergonzadamente que manifestantes radicales “se vistieron” como la policía y el ejército (!!!). Ahora, cualquier atrocidad de los represores puede atribuírsele a lxs propixs revolucionarixs. ¿Tal vez a lxs manifestantes les dispararon aquellos “disfrazados”?. Y ahora si resulta que niñxs y periodistas fueron acribillados por hombres uniformados con bandoleras, entonces ya sabes: fueron los “agitadores”disfrazados”, y no los verdugos de las brutales fuerzas especiales de Tokáev.”

Más allá de la pregunta de quién participó del levantamiento, es importante preguntarse quién sale beneficiado de la represión. En palabras de un análisis:

Putin no es un nacionalista, sino un garante. Garantiza la seguridad de la élite post-soviética y la de su propiedad. Antes, lo hacía solo en la Federación Rusa, pero ahora parece que lo hace en Kazajistán también. Después de todo, allí también hay capitales rusos.

Mira a la lista Forbes de Kazajistán. Los verdaderos beneficiarios de la “operación de paz” están en esa lista. Esta es interesantemente internacional.

Los primeros dos lugares los ocupa la familia kazajo-coreana Kim. El primero es el accionista mayoritario de KAZ Minerals, una “empresa británica de cobre”, según Wikipedia. En 2021, su fortuna se incrementó por 600 millones de dólares. El segundo Kim, junto con Baring Vostok, es dueño de uno de los principales bancos kazajos, Kaspi Bank, que también cotiza en la bolsa londinense y ha mostrado un impresionante crecimiento a pesar de la pandemia.

En tercer lugar me sorprendió encontrar a un ciudadano de Georgia, [Mikhail] Lomtadze, también dueño y gerente de Kaspi Bank.

Luego viene un tal Bulat Utermuratov, que se especializó en comercio exterior en los 90s, durante el gobierno de Nazarbayev. Es dueño de ForteBank, cuyos ingresos netos para el 2020 “equivalieron a 53.200 millones de tenge (121 millones de dólares), además de ser accionista mayoritario en los principales operadores de telefonía móvil, el 65% de la minera de oro RG Gold y otros tantos activos, incluyendo una franquicia de Burger King y “hoteles Ritz-Carlton en Nur-Sultán3, Viena y Moscú”…

Los lugares quinto y sexto son compartidos por la hija y el yerno de Nazarbayev. Su yerno, Timur Kulibayev, es dueño de “una fracción dominante de las acciones de la Steppe Capital Pte Ltd, de Singapur, que es dueña de la “holandesa” KazStroyService Infrastructure BV, y de Asset Minerals Holdings (Caspi Neft JSC, 50% de Kazazot JSC). Dinara Kulibayeva, hija de Nazarbayev, junto con su esposo, es dueña del Banco Halyk de Kazajistán; su “capitalización de mercado alcanzó los 3.100 millones de libras (4.300 millones de dólares).”

En séptimo lugar está el especulador ruso y fundador de la “empresa estadounidense de inversiones” Freedom Holding Corp, Timur Turlov. “Según los estados financieros de la compañía, sus activos se triplicaron en 2020 a 1.470 millones de dólares (de 453,5 millones en 2019), su capital casi se duplicó a 225,5 millones de dólares (131,3 millones respectivamente), y sus ingresos netos crecieron más de diez veces, de 4 a 42,3 millones de dólares.”

Etcétera, etcétera.

Y del otro lado de las barricadas están todxs aquellxs que trabajan para esta alta sociedad por unos 300 dólares al mes (aproximadamente lo que se estima es el salario medio de Kazajistán), extrayendo minerales para compañías “británicas” y “singapurenses” o atendiendo a sus semejantes en algún servicio, que también le pertenece a los mismos nombre de la lista; o aquellxs que no han encontrado trabajo alguno en negocios medianos o grandes, cuyos ingresos solo pueden adivinarse (y se cree que son aún más bajos). Lxs trabajadorxs, nucleados en torno a emprendimientos, demandan garantías sociales (menores tarifas en servicios públicos, atención médica gratuita, mejores salarios, etc.). Aquellxs que ni siquiera son trabajadorxs solamente están tratando conseguir lo suyo de grandes cadenas y bancos a través de las ventanas rotas y las tiendas saqueadas.

Teniendo en cuenta que lxs trabajadores tienen por seguro que serán desechadxs en cuanto baje la temperatura del conflicto, las acciones de estxs últimxs no pueden llamarse irracionales ni injustas.

El centro de Almaty el 5 de enero; una foto por Zhanabergen Talgat.


Una primavera postergada treinta años

Nuevamente, de acuerdo al podcast avtonom.org, en “Tendencias de orden y caos”,

“Las autoridades kazajas y el presidente Tokáev no confían en sus propias estructuras policiales y administrativas en primer lugar. La policía y el ejército ya habían empezado a pasar al lado de lxs rebeldes, y era obvio que se abrían desenlaces más bien diversos. Bajo estas circunstancias, Tokáev se decidió por un extremo: llamar a las fuerzas punitivas de los países vecinos. Esto fue un suicidio político: en realidad, admitió estar en guerra con su propia gente e incluso su propio aparato estatal.”

La situación en Kazajistán escaló muy rápidamente, no solo las protestas, sino la brutalidad con la que fueron reprimidas. Las peleas en las calles son una consecuencia de las formas en la que la paciencia de la gente de Kazajistán viene siendo probada por décadas. La sociedad kazaja ha sido vista peleando y disparando en las calles antes: en 1986, cuando el gobierno de Mijail Gorbachov aplastó un levantamiento en Almaty, llevando a cabo una masacre4; y en 2011, cuando la policía disparó a trabajadorxs en huelga en Janaozen, matando a docenas.

Cuando las primeras noticias de intervención militar doméstica comenzaron a saberse, no pareció causar un contratiempo importante al levantamiento. La lucha no cesó entonces; por el contrario, se intensificó. Vimos videos de soldados desarmados entre un mar de personas, bienvenidos con los brazos abiertos por cambiar de bando.

Entonces cayó el internet. La razón oficial para el blackout fue “impedir que terroristas de varios países que están luchando en Almaty coordinen con sus cuarteles generales”. Esto causó una falta crucial de información de los lugares donde el levantamiento estaba teniendo lugar, facilitando las representaciones (incluso las erradas) de los sucesos. En tiempos donde todo es filmado, fotografiado, subido y compartido, cercenar un movimiento social de los medios de comunicación sirve para borrarlo de la realidad, abriendo un espacio donde las falsedades pueden florecer.

Policía antidisturbios filmando el conflicto en Kazajistán desde un punto ventajoso. La guerra de información siempre tiene lugar en desnivel.

Sin embargo, uno de los eventos más importantes tuvo lugar a plena vista: la intervención de la OTSC. Esto planteó varias contradicciones a la vez. Bautizada formalmente como “asistencia pacífica de la OSTC”, incluyó un contingente de casi 200 soldados de Armenia y Tayikistán, 500 de Bielorrusia de parte del dictador Lukashenko (quien recientemente reprimió un levantamiento en su país), un número no especificado de soldados kirguíes, y 3000 soldados de Rusia. Es significativo que los paracaidistas rusos que fueron movidos a Kazajistán fueron comandados por Anatoly Serdyukov, veterano de las guerras chechenas, la anexión de Crimea, y la guerra en Siria. Podemos ver las actividades imperiales de Rusia totalmente de manifiesto aquí.

En Kazajistán, el régimen está buscando mantenerse en el poder por cualquier medio, apelando incluso a invitar la invasión de dictaduras vecinas. Para la gente en Kazajistán, esto debería signar la pérdida final de cualquier legitimidad que Tokáev pudiera conservar a sus ojos. Todxs en la región pueden ver que la OTSC representa la unidad de los gobiernos contra sus pueblos.

De acuerdo a avtonom.org:

Un presidente que llama a la gente de su propio país “bandas terroristas” representa un nadir, incluso para los estándares de las autoritarias“repúblicas” post-soviéticas.

De hecho, esto es una invasión de otro país por la fuerza del bando de las autoridades que han perdido la confianza de la gente. Significaría la reproducción infinita del escenario de “Rusia como cárcel de naciones”, y estaría al nivel de la supresión de las revoluciones húngaras de 1848 y 1956](https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_h%C3%BAngara_de_1956), con los tanques en las calles de Praga en 1968 y con la invasión de Afganistán de 19795.

La carcaza chamuscada de un vehículo militar en Almaty, fotografiada el 7 de enero. Ningún gobierno es invencible, ni siquiera el imperio más poderoso.

De Janaozen a Almaty: recordando a lxs caídxs

De Anarchist Fighter:

“El actual levantamiento en Kazajistán comenzó con las protestas en Janaozen. La misma ciudad donde, en diciembre de 2011, las autoridades balearon a trabajadorxs petrolerxs en huelga. La tragedia en Janaozen dejó una marca en la cultura de protesta kazaja. La gente ha resguardado la memoria de sus muertxs. El deber de lxs vivxs fue continuar con el trabajo de lxs caídxs.

Y en enero de 2022, Janaozen volvió a levantarse. La primera ciudad en el país, un ejemplo para todas las demás. La razón formal de las protestas fue el aumento en los precios del combustible y alimentos. Pero, como notó Mijail Bakunin, la simple insatisfacción con la situación material no es suficiente para la revolución, es necesaria una idea que movilice. En Kazajistán, una de estas ideas fue la lealtad a lxs combatientes que murieron en 2011. Lxs trabajadorxs que cayeron bajo las balas nunca verán el mundo con el que soñaban, pero la muerte por su sueño se volvió un testamento para lxs vivxs para continuar con su causa. Y por eso, para lxs rebeldes de Kazajistán, ya no hay marcha atrás.

La cultura de rebeldía de Kazajistán tiene mucho de lo que aprender. También nosotrxs tenemos que mantener la memoria de lxs mártires del movimiento de liberación en Rusia y Bielorrusia. De Michael Jlobitsky, Andrei Zeltzer, Roman Bondarenko y otrxs héroes. Murieron para hacernos más valientes y más fuertes, y tenemos una deuda con ellxs. Debemos contar cómo vivieron y por qué dieron sus vidas. Como muestran los sucesos en Kazajistán, lxs mártires caídxs son capaces de llevar a la gente a la revuelta.

Los restos de la reuelta: Almaty después del levantamiento.


Entrevista: Testimonios oculares de anarquistas en Almaty

Para ampliar nuestra perspectiva de los sucesos en Kazajistán, contactamos a dos anarcafeministas que presenciaron algunas de las escenas del levantamiento de primera mano. No estuvieron al frente de los choques con la policía, pero son activistas conocidas que han participado en el movimiento feminista de la ciudad por años6, así que son lo más parecido a un punto de vista “neutral” que hemos podido encontrar.

Feministas anarquistas en Almaty el 8 de marzo de 2021.

Preséntense ustedes y la situación desde la que nos hablan.

Somos dos anarquistas de Kazajistán; ambas ellas. Hemos participado en muchas actividades izquierdo-anarco-fem-eco, de liberación animal y veganas en Almaty durante los últimos once años, pero no estamos demasiado activas ahora mismo.

No puedo nombrar ningún movimiento anarquista en Kazajistán en el siglo XXI. Hubo algunas actividades underground en los 90s, pero en el presente no existe nada como eso. Solíamos participar en un grupo marxista de izquierda 7: reuniones, un grupo de lectura, algunas lecciones abiertas. No sé qué están haciendo ahora mismo los ex-miembros que se quedaron aquí. No escucho nada sobre grupos “de izquierda” aquí.

Yo fui una de las organizadoras del uno de los primeros movimientos feministas aquí: Kazfem. Organizamos muchas actividades públicas y perfomances, publicamos una revista feminista llamada Yudol’, y organizamos manifestaciones por el 8 de marzo [Día Internacional de las Mujeres].

Hay un movimiento progresista aquí llamado Oyan Kazakhstan (“Despierta, Kazajistán”) que está activo actualmente. Organizan concentraciones, performances y marchas, y son acosados con frecuencia por la policía. Comenzó luego de la acción de los pasacalles que Beibarys Tolymbekov y Asya Tulesova llevaron a cabo en la maratón de la ciudad, en 20198. Estuvieron presxs por 15 días y eso comenzó una importante oleada de atención, especialmente en redes sociales, que no había ocurrido antes. Hay una teoría conspirativa que dice que todxs estxs activistas son pro-gobierno, porque no hay nadie en la cárcel actualmente, pero no creo que sea cierto. Conozco a muchxs de ellxs personalmente; también apoyan actividades feministas y LGBTQ. Del lado opuesto (en su mayoría, haters en internet y algunos medios gubernamentales), se dice que todo esto es obra de “Occidente” (Europa y los Estados Unidos).

Kazajistán es un país autoritario. Hemos tenido al mismo presidente [Nursultán Nazarbayev] por 28 años, y el nuevo [Kasim-Yomart Tokáev] es solo un títere. El culto de la personalidad en torno a Nursultan Nazarbayev no desapareció cuando este renunció. La capital, Astana, fue renombrada Nursultán, lo que causó muchas protestas. Durante los últimos años, la situación económica ha venido empeorando, especialmente luego de la pandemia, inflación altísima, corrupción, etc.. También ha habido una importante venta y arrendamiento de tierras a China y otros países.

Esta siempre ha sido así…pero hace diez años, o incluso cinco, más gente era leal al presidente y temía la “desestabilización”. En ese entonces, había esperanza de que nosotrxs [Kazajistán] estábamos “desarrollándonos”, que las cosas pronto iban a mejorar.

Incluso cuando los sucesos de Janaozen en 2011, cuando lxs trabajadorxs manifestándose fueron baleadxs, hubo muy poco apoyo desde Almaty. Mucha gente pensaba que lo que pasaba allí era correcto.

Antes, si había alguna protesta, esta la organizaba y la apoyaba la generación más veterana, por trabajadorxs y gente de las regiones, las auls (aldeas), usualmente dirigidxs por el sospechoso líder de la oposición, Mukhtar Oblyazov. Pero por los últimos tres años, gente joven de la clase media urbana se ha aproximado al activismo político. Ha sido mayormente gente de Almaty, pero también ha habido apoyo en otras ciudades.

Ya que estamos, creo que los problemas ecológicos de Almaty -donde experimentamos niveles altísimos de contaminación, que empeoran año a año- son la principal razón de la protesta juvenil aquí. Junto al desarrollo de las redes sociales, por supuesto.

Centro de Almaty, 5 de enero de 2022.

Cuéntennos lo que experimentaron en Almaty la semana pasada.

Poco después de Año Nuevo, comenzaron a llegar las noticias de un alzamiento obrero en Janaozen. Las protestas eran pacíficas, pero las demandas eran bastante radicales: iban desde bajar el precio del combustible a la renuncia del gobierno. Comenzaron protestas en otras ciudades. Se hizo saber que habría acciones solidarias en Almaty el 4 de enero, pero yo no tenía información precisa.

Camino a casa ese día, supe de protestas en diferentes partes de la ciudad y el arresto ode militantes de Oyan Kazakhstan. Yo vivo fuera de la ciudad, en las montañas, y una vez en casa se volvió evidente que algo serio estaba ocurriendo. En la tarde, todas las conexiones a internet cayeron. No sabía a dónde ir, o si regresaría.

Respecto a lo que pasó en la ciudad en ese tiempo, mi compañero DaniDaniyar Moldabekov, periodista político, escribió:

“Cuando lxs manifestantes se aproximaron a la plaza, la policía comenzó a lanzar granadas de aturdimiento y gas lacrimógeno. Yo y otrxs miles nos asfixiaron, nuestros ojos y caras ardían, nos sentimos enfermxs, tosimos sin cesar. Es un milagro que no me haya desmayado. Deben haber disparado más de un centenar de granadas de aturdimiento entre las 11 p.m. y las 4 a.m., que fue cuando mis colegas tuvieron que llevarme a casa. Todavía podía oír las explosiones desde mi apartamento.

Alrededor de una hora luego de que la multitud alcanzara la Plaza de la República, bajaron a la calle Abai. Allí, enfrentaron un vehículo blindado de transporte de tropas yendo directo hacia ellxs. Un camión pasó junto a ellxs llevando ciudadanxs que ondeaban banderas kazajas. Algunxs de ellxs llevaban escudos que parecían haber arrebatado de la policía antidisturbios.”

La gente escuchó explosiones toda la noche. Yo me negué a creerlo. En la mañana, las noticias llegaron por teléfono. Llamé a todo el mundo por medio día, oí de víctimas, lxs activistas fueron liberadxs. Solo fue posible acceder a internet en casa de unxs amigxs. El Akimat (palacio municipal) fue ocupado. Todxs trataron de persuadirnos de quedarnos en casa. Especulando que las protestas pudieran tener rasgos nacionalistas, alguna gente comenzó a tener miedo (yo soy étnicamente rusa en Kazajistán).

No había información disponible sobre quién estaba en la plaza o en la ciudad en ese momento. Mi amigx y yo decidimos ir para verlo con nuestros propios ojos.

El centro de Almaty el 5 de enero.

La ciudad estaba medio vacía. Autos con banderas kazajas surcaban las calles, gritando cosas alegres. Todo estaba cerrado. En las puertas había letreros que decían “estamos con el pueblo”. Reinaba una atmósfera de emoción. A medida que nos acercamos a la plaza, había más grupos de hombres jóvenes. Vi una hombrera policial tirada en la calle. Había gente con palos encontrándose. Se volvió algo aterrador, pero nadie era agresivx. En el monumento a los sucesos de 1986 [el levantamiento contra el régimen soviético], encontramos manifestantes con escudos policiales. No había un solo policía o soldado a la vista.

El centro de Almaty el 5 de enero. El letrero en la puerta dice “estamos con el pueblo”.

Entonces vimos el Akimat. No podíamos creer lo que veíamos. La gente estaba alimentando hogueras. Todxs estaban tranquilxs. Rompieron las puertas del edificio frente al Akimat; alojaba canales de televisión y otros servicios gubernamentales. Algunos hombres se nos acercaron nuevamente: “¿por qué vinieron?”; querían decir “¿por qué vienen si son rusxs?”.

“Esta es mi ciudad y mi país tanto como el suyo”, respondí. Nos recibieron alegremente. No sentimos ningún tipo de agresión de su parte.

Le ofrecimos a lxs manifestantes té caliente. El hombre nos dijo que estuvo en las protestas desde el principio: que empezaron pacíficamente, hasta que las autoridades comenzaron a detonar granadas aturdidoras y a usar violencia.

“Ahora”, dijo, “le disparan a combatientes”. Los guaridas solo se mantenían cerca del propio Akimat.

Él y otros hombres allí habían visto a gente a la que le dispararon en la cabeza. Llamaron taxis y pusieron a lxs heridxs en los coches para llevarlxs al hospital. Nos dijo que habían planeado ocupar el aeropuerto, para que el Ejército ruso no pudiera aterrizar allí.

Muchos de los burgueses, jerarcas de alto nivel y empresarios, ya habían abandonado el país en vuelos privados. Había rumores de que Nazarbayev también había abandonado el país.

No vimos a nadie en la plaza que pareciera un “merodeador” [sic].

Querían que el gobierno renunciara. No estaban cumpliendo órdenes; nadie movía sus hilos. Este era un movimiento trabajador de escala nacional. Nadie tenía miedo a morir, pero no vimos ningún enojo. Nos mostraron heridas de balas de goma y nos advirtieron que pronto habrá tiroteos serios, que sería mejor que nos fuéramos.

El sonido de explosiones y balas se fue acercando y haciendo más frecuente. Nos retiramos. Un hombre nos acercó en su auto. Todos esos días, la gente fue solidaria con lxs demás.

Mis amigxs y yo decidimos quedarnos juntxs en mi casa. Todxs nos sentíamos emocionadxs. Esto fue antes de que aparecieran noticias de la destrucción, los saqueos, o las bajas civiles. A medianoche, entre el 5 y el 6 de enero, todas las conexiones a internet fueron bloqueadas. Por cuatro días, estuvimos aisladxs; solo podíamos hacer y recibir llamadas, y esas no funcionaban demasiado bien.

Esa noche, la ciudad entera fue abandonada por todos los servicios, incluyendo los de bomberos y los médicos. Los incendios fueron apagados por voluntarixs. También, algunxs manifestantes y voluntarixs trataron de detener a “lxs ladronxs”.9

El 7 de enero, algunas tiendas y cajeros automáticos lejos del centro de la ciudad continuaban funcionando. En esa parte de la ciudad, casi todo estaba despejado, salvo por los edificios públicos quemados alrededor de la plaza. El día anterior, había sido posible entrar a los edificios; nadie los estaba vigilando. Esta vez, tomamos algunas fotos y luego salimos de la zona al escuchar, no muy lejos, disparos en el aire.

El 9 de enero al anochecer fue posible conseguir una conexión a internet a través de servicios proxy. Una conexión móvil aún no estaba disponible. En la mañana del 10 de enero, la conexión funcionaba en todos lados, pero solo hasta la 1 de la tarde y luego de 5:30 a 7:30 p.m..

El centro de Almaty el 5 de enero.

Fuera de Kazajistán se ha hablado mucho sobre quién está “detrás” de las protestas. ¿Creen que estas acusaciones tienen alguna credibilidad? También hemos visto reportes periodísticos alegando que enfrentamientos entre facciones rivales en el seno de la estructura de poder nacional también habrían contribuido a la situación. ¿Cuánto creen que está involucrado el fundamentalismo islámico en los sucesos?

El presidente Tokáev aún tiene las riendas, a pesar de los rumores de su ‘jubilación’. Ahora, los canales de TV del gobierno y los medios están difundiendo tanta desinformación y propaganda. Es muy pronto para sacar conclusiones, pero algunas cosas están claras.

Todo comenzó como una insurrección popular. Sí, quemaron el Akimat, pero nadie los dirigía; solo querían fuera al viejo régimen. No eran “criminales” [sic].

Luego de que comenzara, se sumaron otras fuerzas. No sabemos quiénes son. Pero es cierto que estaban organizadxs. Pero, ¿por quién? Ahora hay muchos rumores. Algunos medios oficiales dicen que son de[l vecino] Kirguistán, donde ha habido varias revoluciones desde la independencia. [Como Kazajistán, Kirguistán se volvió independiente cuando la URSS se separó en 1991]. Esos medios también difunden informes sobre el Talibán u otros yihadistas. Gente que conozco personalmente dice haber visto personas en la calle que “se ven como ellos” [sic].

Aquí en Kazajistán, no he visto a nadie hablar de la CIA. Creo que eso es propaganda rusa.

El antiguo consejero del presidente ha estado haciendo afirmaciones acerca de una conspiración en el seno de las estructuras gubernamentales, alegando que por varios años ha habido “campos de entrenamiento” en las montañas y que el Comité de Seguridad Nacional escondió esta información. Según él: “Tengo información exclusiva de que, por ejemplo, 40 minutos antes del ataque al aeropuerto, se dio una orden de retirar completamente el cordón [de seguridad] y los guardias”.

Almaty, 7 de enero.

¿Qué pueden decir de las dinámicas internas del levantamiento?

Todo el mundo fuera de Kazajistán está tratando de analizar lo que ocurre, y es muy difícil hacerlo sin contexto, y aquellxs dentro del país no pueden hacerlo por la falta de información completa. Creo que incluso nosotrxs -lxs residentes del país- no entenderemos lo que está ocurriendo aún, por un largo tiempo. Hay que sumar, además, el hecho de que no hay una conexión estable de internet ahora mismo (y antes de eso no había siquiera recepción celular), que todos los canales de noticias están fuertemente censurados, y esto solo va a empeorar.

No voy a describir las teorías que ahora circulan, pero todas refieren a diferentes luchas de poder entre el clan Nazarbayev y otros buscando poder: por ejemplo, hay una teoría que dice que Tokáev, con el apoyo del ejército ruso, está consolidando su posición en el poder.

Lo aterrador de todo esto es que hay decenas de miles de personas involucradas en este juego, y sus bienintencionados esfuerzos para cambiar las condiciones sociales y políticas del país para mejor, por el bien de todxs, están ahora siendo usadas por un puñado de personas para dividirse los recursos del país entre ellos. Sí, todo comenzó con las demandas económicas de lxs trabajadorxs en el oeste del país, que estaban protestando contra la aguda suba de precios del combustible. Luego, las demandas se hicieron políticas: la renuncia del gobierno y el presidente, la elección de akims (alcaldes) y una república parlamentaria. Algunas de las demandas se concedieron, pero no a la vez, y cuando fueron ignoradas, una oleada de protestas y solidaridad se esparció a todas las ciudades de Kazajistán, de forma tal que desde afuera se vio como una gran explosión revolucionaria, que en nuestro país no ha ocurrido en treinta años de gobierno autoritario.

No podemos decir nada con certeza ahora mismo, salvo por una cosa: esta protesta no tuvo líderes públicxs, y las manifestaciones callejeras y ocupaciones de edificios administrativos no tenían demandas enunciadas. Peor hubo asesinatos y un número enorme de víctimas entre la población, que sufrió primero a manos de la policía, luego entre ellxs en las calles, de los que huyó la policía, y luego los disparos a civiles en las calles por las fuerzas armadas de Kazajistán y la OTSC (aunque nos prometen que solo van a proteger instalaciones estatales ahora).

Los medios a los que permitieron seguir funcionando comenzaron a contarnos de radicales e islamistas, usando la imagen del enemigo de fuera. Antes de eso, durante los primeros días de las protestas, el relato llamaba a “entablar el diálogo pacífico con los manifestantes”… y un día después ya había orden de tirar a matar en el propio discurso del presidente Tokáev. Luego de la entrada de tropas de la OTSC y dos días de tiroteos constantes en las calles, Tokáev equiparó a lxs manifestantes con terroristas, e hizo otro tanto con activistas y defensorxs de los derechos humanos, y los medios independientes se tornaron -en sus palabras- una amenaza para la estabilidad. El discurso estatal cambia constantemente, en este proceso de búsqueda de un enemigo: ayer era supuestamente gente desempleada que sobornaron en Kirguistán, hoy ya son radicales de Afganistán. Esperamos que mañana no sean lxs activistas que vienen pidiendo reformas políticas en Kazajistán los últimos tres años y acudieron a los mítines.

El centro de Almaty el 5 de enero.

¿Qué pueden decirnos sobre la represión?

El músico kirguís Vicram Ruzajunov fue arrestado y torturado por autoridades kazajas como “terrorista” y fue forzado a grabar un video y “confesar”. Ahora está libre.

El periodista independiente local Lukpan Ajmediyarov ha sido arrestado. Otro periodista independiente, Majambet Abyan, escribió que el 5 de enero la policía llegó a su apartamento; ahora está desaparecido. Mis amigxs y mucha otra gente en las redes sociales informa que sus familiares y amigxs también están desaparecidxs.

Los oficiales ya han confirmado las muertes de cientas de víctimas, incluyendo dos niñxs. Militantes sindicales están desaparecidos, incluyendo a Kuspan Kosshigulov, Tajir Erdanov, y Amin Eleusinov y sus familiares.

En Almaty, periodistas del Canal Dozhd’ (Телеканал Дождь) que trataron de filmar la morgue municipal, fueron enfrentados con disparos (no hubo heridxs).

El 6 de enero vinieron voluntarixs a la plaza. Algunxs activistas desplegaron una pancarta que decía “no somos terroristas”. La policía les disparó, matando al menos a uno.

El centro de Almaty el 5 de enero; fotografía de Zhanabergen Talgat.

¿Cómo piensan que las tropas rusas entrando a Kazajistán cambiarán la situación a largo plazo?

La entrada de tropas rusas es muy preocupante. En el caso de una guerra con Ucrania, podemos imaginarnos todos los peores escenarios. Toda la gente que conozco coincide en que no corresponde en absoluto, y podemos bien llamarlo una ocupación.

Personalmente, tengo miedo de que el ingreso de tropas rusas al país termine de cimentar la ya fuerte influencia de Rusia en Kazajistán, y que Kazajistán se convertirá en la Rusia que conocemos hoy, con activistas torturadxs y farsas judiciales. Nuestra oposición política ya está completamente silenciada, y la población del país completamente intimidada. Considerando que es la segunda ronda de protestas respondida con balas (tras la de 2011), y que en la historia de Kazajistán ya había habido una brutal represión de un levantamiento bajo la URSS (1986), y que el número de gente asesinada esa vez aún está clasificado… entonces no hay esperanzas de saber qué pasó realmente en el futuro cercano y cuánta gente fue realmente herida y asesinada. El número posiblemente ronde las miles de personas.

¿Qué creen que pasará ahora?

Es demasiado pronto para imaginar un desenlace, en una situación de guerras de información, propaganda y aislamiento. No soy una experta política.

La represión definitivamente se intensificará ahora. El internet y todos los medios serán censurados. Ahora el gobierno trata de poner “cara de bueno”, como si fueran salvadores que nos salvaron de los terroristas. No estoy segura de que funcione. Pero por el momento, creo que estará tranquilo. La gente está demasiado asustada y en shock.

¿Hay algo que la gente fuera de Kazajistán pueda hacer para apoyarlas a ustedes o a otrxs allá?

Difundir la información, por supuesto. Tal vez haya más represión pronto, y algunxs activistas requerirán ayuda para abandonar el país.

El apoyo más importante es el informativo. En 2019, después de las elecciones presidenciales, todxs fuimos arrestadxs en los mítines y los únicos que escribieron sobre ello fueron medios extranjeros y medios independientes locales (que son pocos, y sus sitios están frecuentemente bloqueados). Ahora es muy importante que el enero sangriento en Kazajistán no sea solo una bonita postal revolucionaria como la que describen muchas publicaciones de izquierda, sino que tampoco sea recordada como un acto terrorista foráneo, como dicen todas las fuentes oficiales de los diferentes estados.


Para saber más


6 de enero: una vista de Almaty entre el humo, el día después.

  1. Para quien no conozca el término, queremos señalar que el término, que pretendía ser neutral, hoy tiene una fuerte implicación de las revoluciones como frentes de la CIA para desestabilizar a sus oponentes (Rusia, Irán, como también aliados periféricos como Bielorrusia o zonas de influencia parcial como Líbano o Siria). 

  2. Mambet es un nombre kazajo poco común, más frecuente en el campo, por lo que los centros urbanos del país y en las zonas se los asociaba con los koljos y los estereotipos campesinos durante la era soviética. En Rusia, tiene connotaciones raciales contra jóvenes, especialmente rurales, de Asia Central, sobre todo si hablan poco o mal el ruso. 

  3. Nursultán es la capital oficial de Kazajistán, nombrada así en 2019 en homenaje al saliente presidente Nazarbayev. El nombre histórico de la ciudad es Akmolinsk, y los soviéticos la rebautizaron Tselinogrado en los 60s. En 1994, se le devolvió el nombre original, estilado Akmola, y cuando la capital se trasladó allí de Almaty consiguió su nombre más popular, Astana (“la capital”). 

  4. Entre el 17 y el 19 de diciembre de 1986, se desataron protestas en Almaty en respuesta a Mijail Gorbachov, entonces Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, pidió la renuncia del veterano Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, reemplazándolo con un oficial de Rusia. (Gorbachov luego alegó que estaba tratando de prevenir que Nazarbayev concentrara demasiado poder en sus manos; Nazarbayev, seguidamente, gobernó Kazajistán por los siguientes 28 años). En 1986, como en 2022, las protestas terminaron en masacre en manos de las fuerzas del Estado. En 1986, como en 2022, corrieron rumores de manifestantes siendo sobornadxs con vodka o engañados a través de volantes. 

  5. Recordamos a lxs lectorxs que Wikipedia no es neutral, y por tanto las panorámicas de los eventos deberían complementarse con fuentes de más peso; en casi todos estos casos, los episodios fueron más radicales (y también más complejos) de lo que el mainstream gusta de aceptar. 

  6. Kazfem, posiblemente el primer movimiento feminista desde el colapso de la Unión Soviética, publica la revista feminista Yudol’ y organiza manifestaciones para el Día Internacional de las Mujeres, el 8 de marzo. 

  7. Aunque en español parezca redundante, el término left-Marxism hace referencia a movimientos a la izquierda del leninismo y/o el pensamiento marxiano, como el consejismo, el autonomismo, el marxismo libertario, etc.. 

  8. El 21 de abril de 2019, Asya Tulesova y Beibarys Tolymbekov fueron arrestadxs por 15 días (en inglés), acusadxs de violar la ley kazaja sobre reuniones públicas luego de colgar un pasacalle en la ruta del maratón de Almaty, que decía “No puedes correr de la verdad” (un comentario sobre las elecciones presidenciales). 

  9. Esta nota periodística explora la cuestión (en inglés), aunque lo haga desde una perspectiva menos que imparcial.